El año que está a punto de acabar ha pasado de ser un ejercicio en el que el sector del automóvil tenía puestas sus esperanzas de recuperación a ser uno de los peores tras la crisis financiera de 2008. Lo cierto es que el año que comienza será mucho más exigente para esta industria debido a un endurecimiento de las distintas normativas nacionales y comunitarias.
En España, el año se inicia con un alza del impuesto de matriculación. Una medida que la oposición tumbó a mediados de 2021 y que el Gobierno se vio obligado a posponer hasta el 1 de enero de 2022. Los tramos vigentes se incrementarán debido al vencimiento de la moratoria concedida por el Ministerio de Industria en septiembre de 2018 y que venció el 31 de diciembre de 2020. Tras esta moratoria, el PDeCat presentó una enmienda en la Ley de medidas de prevención y lucha contra el fraude fiscal, la cual buscaba revertir la subida llevada a cabo este año, cuando se incrementó el precio medio de los vehículos nuevos como consecuencia de la nueva legislación ambiental. Ante esta situación, a partir del 1 de enero, los nuevos tramos encarecerán la matriculación de vehículos nuevos de media un 5% y oscilará entre los 800 y 1.000 euros.
Esta situación se producirá cuando el mercado está lejos de recuperar los niveles registrados en 2019, ejercicio previo a la pandemia, cuando se matricularon en España 1.258.260 vehículos. En los once primeros meses del año se han matriculado en España 773.396 unidades, un 3,8% más que en 2020, pero un 33% menos en comparación con el mismo periodo de 2019. De hecho, la patronal de la distribución de vehículos (Ganvam) calcula que el año acabará con 855.000 unidades matriculadas que, en la práctica supondrá, haber cerrado el año con un trimestre menos de actividad comercial.
Con esta situación, el sector tendrá que lidiar también con el incremento impositivo. Por ello, la patronal de los concesionarios (Faconauto) ya advirtió que las ventas de vehículos no recuperarán los niveles de 2019 hasta 2024 debido a la ralentización que sufre el sector de la automoción y que hace peligrar al conjunto de la economía. De hecho, la asociación estima que para este año se manejan dos escenarios: uno, el optimista, en el que se matricularían cerca de 968.000 vehículos; y otro, pesimista, en el que apenas se sobrepasarían las 900.000 unidades.
En lo que a producción se refiere, España iniciará el nuevo año un puesto por debajo en la clasificación mundial de constructores. Y es que la escasez de semiconductores ha afectado sobremanera a las factorías españolas, cuyas direcciones ya han cerrado distintos Erte de cara a 2022 ante la incertidumbre generada por la falta de estos componentes. La patronal de fabricantes (Anfac) estima que esta escasez se prolongará hasta finales de 2022 o principios de 2023. Esta situación ha provocado que entre enero y noviembre -últimos datos disponibles- se hayan fabricado en España 1.950.729 unidades, lo que supone un 5,8% menos que en 2020, año marcado por el parón industrial ante el confinamiento para contener la pandemia. Así las cosas, España perdió en agosto la octava posición mundial como fabricante de vehículos en detrimento de Brasil.